Si hablamos de cuál es el rol de la juventud en la actividad política y si queremos pensarnos como sujetos políticos transformadores, debemos vaciarnos de las nociones noventistas que indefectiblemente nos atraviesan y despolitizan. Como ejercicio, propongo revisar los anaqueles de la historia y anclarnos en la generación de los 70. De ah remontarnos a la instalación (no origen) de las reivindicaciones que ellos enarbolaban como apotemas de la construcción de un proyecto nacional y luego, sumergirnos en un terreno un tanto más complejo, el de poder identificar aquellos factores que caracterizaron la solidez y efervescencia de las convicciones políticas y sociales que supieron poner en jaque al poder hegemónico que negaba al pueblo y a
A partir de 1945 se desarrolla la construcción del más claro proyecto nacional, gestado desde el poder y sustentado por las mayorías. Des-gastado por los poderes económicos y los intereses extranjeros fue despojarlo de la conducción nacional con un golpe de estado en 1955. Tras 16 años de reacción de esa clase hegemónica que se resistía a re
juventud, propugnando el retorno de Perón y la puesta en marcha de un ideario de liberación nacional y social.
Las mo
A partir de la represión del dictador los jóvenes universitarios se encuentran con el sujeto popular que hasta ese momento era pensado en términos del obrero ingles o de las contradicciones de las relaciones de producción de
En ese momento la universidad se da cuenta de que vivían en una nube alejada de los verdaderos confictos. “En ese momento irrumpe el proceso político y social que se estaba dando por afuera y era de alta confictividad y de alta combatividad del movimiento obrero y de la resistencia peronista” explica la licenciada.
Siguiendo a Bianchi, esta coyuntura “produce un aceleramiento del proceso universitario y de la participación masiva del estudiantado con esta primera
La transmisión política estratégica de la resistencia, la pertenecía cultural, la universidad “realmente” politizada, los referentes barriales activando en territorio: generación de los 70. Esta juventud entendía que en la palabra “pueblo” yacía la usina de
Momento bisagra: en el año 73 se da el despliegue movimentista, la irrupción de los militantes universitarios en territorio y la articulación con los dirigentes barriales. Este proceso es la defnición de un pueblo categórico que da respuestas a una clase de poder hegemónico. Tomar un barrio en este contexto expresaba acciones políticas concretas movidos
por una “voluntad” cultural identitaria superior que resplandecía en pleno pasaje de generación a generación irrumpiendo como emergente político en el momento en que se da el cambio de aceleración o eclosión de los procesos políticos truncos (sucesivos golpes de estados, proscripción de las mayorías, clandestinidad política, etc) para engendrar nuevas formas y modalidades políticas como fruto de esa misma raíz confictuada y apasionada.
Según señala Bianchi la espontaneidad es una experiencia teórica que ya tiene el barrio. Es la transmisión oral de padre a hijo. El estudiante no tiene esa experiencia ni esa claridad. Esta como empezando a mirar recién que es este país real, este proyecto.
Empieza una experiencia muy primaria. “Hacer una asamblea en la universidad es una cosa. Ahora, empezar a pensar que la universidad tiene que estar al servicio del movimiento obrero eso recién se empieza a hacer”.
En el militante barrial la acción política es concreta y “cierta” en la medida que
directamente se ejecuta en el plano de la transformación social, actuando directamente sobre el emergente social no tiene agua, colocamos el agua – Predomina la praxis. En este sujeto hay una pertenencia simbólica de lo cultural que le permite reaccionar desde el “nosotros” (ej: trabajadores, pobres, peronistas) en relación a lo establecido (ej: patrón, miseria, dictadura).
Por eso señala Casullo “las masas proponen su existencia política y a partir de esto
manifestan, superan y alteran sus contenidos culturales de resistencia, cuestionando y alternando las formas de lucha”. Siguiendo a Cook “la clase trabajadora atravesada por las reformas peronistas (1945-1955) no tendrán instrumental teórico ni recetas intelectuales que suplanten lo que genera el pueblo desde sus expectativas”. Cook habla de la emergencia de dirigentes desde el seno de la política del Movimiento
Nacional, de su relación mas con las bases que con el “exitismo político” que caracterizaron a las organizaciones políticas de los años noventa.La juventud tiene que buscar la relación con el conjunto popular, distanciándose del mito de la certeza ideológica-teórica de la vanguardia iluminada tanto como de los tecnócratas y politiqueros que se enquistan en el chillón arte de la dialéctica discursiva.
Debemos pegar latigazos de realidad a los discursos, forzar las categorías políticas al chispazo que hacen cuando entran en contacto con los contextos mas crudos. Dejar el (necesario) pragmatismo a los que están más viejos y hacerse dueños de la praxis.
Seamos la juventud alegre de la que hablaba Jauretche, que sepa leer y delimitar el campo nacional y popular. Sumergirnos en él. En los poros y recovecos de las atrocidades
neoliberales y los resabios menemistas, para enquistarnos como eje y motor de la construcción del Proyecto Nacional en este momento histórico que rige el pulso de America Latina.
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