miércoles, 23 de junio de 2010

LIFSCHITZ TE ESCUCHA

Por Lucila De Ponti


¿Qué pasa con el boleto de colectivo en la ciudad de Rosario que costaba 0, 75 centavos en 2004, y ha aumentado vertiginosamente desde entonces? Y que peor aún,los concejales socialistas hicieron todo lo humanamente posible para poder aumentarlo pocos días atrás. Tenemos el orgullo de habernos convertido en la ciudad con el boleto más caro de toda la Argentina. No solo eso, el boleto más caro de todo el país que no tiene descuento ni para los trabajadores ni para los estudiantes universitarios. Así están las cosas por Rosario, la mejor ciudad para vivir (?).

El intendente dice que la plata no alcanza, que existe un atraso tarifario y que, como siempre, hay que saldarlo con un aumento directo sobre el bolsillo de los usuarios.

Frente a todo esto nos surgen algunas preguntas:

Si el sistema de transporte público de la ciudad es caracterizado como deficitario al menos desde 2004, ¿Por qué la única solución que tiene la gestión municipal frente a esto es aumentar el boleto? Generando que año tras año, los que utilizamos el transporte

Público debamos ver incrementado el costo de este servicio que debería ser un derecho para todos, no un privilegio.

¿Por qué nunca se plantearon una revisión seria del sistema de transporte, que permita hacer foco también en las ganancias empresariales y en el manejo administrativo, buscando otra solución frente al déficit de las empresas



El intendente también dice que se debe reclamar por un aumento de los subsidios nacionales y provinciales. Actualmente la Nación otorga un subsidio al transporte público de la ciudad de Rosario que representa un 25% del presupuesto, ¿y la provincia? No sabe, no contesta. Frente a esto también nos preguntamos: ¿Por qué la municipalidad de Rosario no pide subsidios al gobernador para financiar el transporte público? Parece que el gobernador tampoco puede garantizar que los colectivos en Rosario funcionen sin tener que pagar $2 el boleto. Pero nos parece un poco raro que al gobernador Binner (a quien tampoco le alcanza el presupuesto para pagar los sueldos y por esto se ve obligado a aumentar los impuestos) sí le sobra parte del erario público para ayudar a los pobres compañeros del Grupo Clarín y de La Nación para que puedan realizar la Expoagro de 2008 y de 2010, subsidiándolos con la modesta suma de 5 millones cada año.

También nos parece un poco extraño que el intendente tenga siempre problemas presupuestarios cuando se trata del transporte público, o de pagar salarios, o del sistema sanitario, de los centros de salud, de promoción social, etc., porque no suele tener los mismos problemas para vender tierras fiscales a los dueños de Puerto Norte, de Ciudad Ribera, o para que hagan el Puerto de la Música y los Shopping, todas iniciativas que mejoran sustancialmente la vida de los rosarinos, aunque no nos demos cuenta. Será que para el intendente siempre es más fácil acordar con sus amigos los empresarios, que aumentarles los impuestos a los que más tienen para poder solventar las necesidades de aquellos que más lo necesitan.


Se nos ocurre pensar que las soluciones que encuentra el municipio frente a las problemáticas de los diferentes servicios públicos o las cuestiones relativas al vínculo de la sociedad con el Estado, siempre son las respuestas fáciles. Es decir, a justar sobre los impuestos o costos del “consumidor”, es decir nosotros, los rosarinos, los trabajadores quienes siempre afrontamos con nuestro bolsillo problemas que no necesariamente nos implican en sus causas. Pensando en esto nos quedan claras dos cuestiones que nos parecen fundamentales; un primer problema surge de la concepción que tiene el municipio del ciudadano como consumidor. Tanto el transporte público como otros servicios no son un bien que debamos adquirir, sino que constituyen un derecho que debe estar garantizado de forma igualitaria para todos, no solo para quienes

puedan costearlo. Y un segundo problema es que la única respuesta de la Municipalidad frente a los problemas presupuestarios es aumentar los impuestos o tarifas, constituyendo políticas excluyentes y fragmentadoras. Esto nos parece lo más grave viniendo de una gestión que se dice socialista y que en los papeles representa y defiende los derechos de todos y todas, pero que en los hechos la historia es otra y parece que todos y todas son cada vez menos y viven entre los Boulevares.

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